SINOPSIS:

Después de toda una vida de exilio, el octogenario Andreu Montaner, antiguo soldado republicano y militante del POUM hasta su disolución, acude cada día al parisino Jardin du Carroussel para encontrarse con la mujer a la que amó en su juventud. Ella ha permanecido igual a como él la recuerda, gracias a la mano del artista de quien fue modelo y que la inmortalizó en las estatuas que ahora pueblan el jardín. El encuentro con las estatuas transporta al viejo Montaner hacia los tiempos remotos en los que la conoció, tras evadirse de un campo de refugiados y en su camino de huida hacia París. Es la memoria del viejo Andreu Montaner la que nos conduce por esta historia de amor, surgida casi por azar en una época convulsa, que transcurre en el breve tiempo que separa el final de la Guerra Civil española del principio de la Segunda Guerra Mundial.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El principio de todo



Un día de diciembre, lluvioso, como suelen serlo en el norte, Roberto me contó una historia.
- Una vez estuve en París visitando a un amigo de la familia. Era un hombre muy anciano y llevaba exiliado en Francia desde el final de la Guerra Civil. Había sido militante del POUM.
- ¿El POUM?
Confieso que en aquel entonces yo no sabía nada del POUM. Ni había leído a Orwell ni había visto la película que hizo Ken Loach a partir de su Homenaje a Cataluña. Tampoco recordaba haberlo estudiado en la escuela, pero eso no tiene nada de extraño, porque una parte de mi edad escolar transcurrió bajo el Franquismo y la otra coincidió con mi adolescencia. ¿Quién tiene la cabeza para la política y la historia a los quince? Bueno, siempre hay quien la tiene, y un ejemplo de ello era precisamente aquel poumista exiliado en París, amigo de Roberto.
- Era el Partido Obrero de Unificación Marxista - me explicó con esa voluntad pedagógica tan suya -. Lo presidía Andreu Nin y sus miembros fueron víctimas de represión por parte de los comunistas estalinistas, que, en teoría, eran los de su propio bando. El hombre del que te hablo militaba en el partido desde los dieciséis años o poco más, creo. Bueno, el caso es que el día de la visita, nos llevó a las Tuileries para enseñarnos unas estatuas y paseamos entre ellas durante un buen rato. A pesar de ser tan mayor, era bastante jovial y un poco pícaro. Presumía de haber conocido a la modelo y, veladamente, daba a entender que algo habían tenido. Siempre he pensado que se podría escribir una historia a partir de ahí. ¿Tú qué opinas?
- Pues que sí, que sería un buen inicio para una novela.
Calló un momento mientras su cabeza y la mía empezaban a maquinar la misma cosa.
- ¿Por qué no la escribes? - preguntó.
- ¿Yo? - fingí sorpresa.
- Claro, ¿por qué no?
- Podría ser... ¿Cómo se llamaba tu amigo?
- Alberto Masó.
- ¿Y la modelo?
- Eso no lo sé.
- Alberto Masó... - habría que investigar - Podría ser, podría ser... 
Y ese fue el principio de todo.